Una vez colgamos una entrada con una colección de fotos de guardas de libros antiguos.
Hoy son las portadas, de esos tiempos maravillosos del golpe en seco y la tinta en oro, las que nos dejan con la boca abierta. Libros para leer en sillón orejero, acariciando a un gato y fumando en pipa.
En algún lugar muy muy lejos del metro y el autobús.
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