The Sartorialist cambió muchas cosas.
Nos enseñó por ejemplo que un señor de Munich puede vestirse igual que un señor de Jejudo en Corea y que esta aterradora experiencia se llama moda.
Consiguió que todas las revistas y periódicos de tendencias incluyeran una sección de estilismos urbanos que nos dejó claro que por las calles sólo deambulan fotógrafos, diseñadores gráficos y deejays entre algún arquitecto despistado.
Pero la más peculiar de todas las consecuencias del blog de Scott Schuman fue ésta: The catorialist. Una colección de fotos que te demostraba que por peculiar que te pareciera el comportamiento o el pelaje de tu mascota, a miles de kilómetros existía otra que podría frotarse contra tus tobillos sin que tú apreciaras la diferencia.
Hace poco hemos conocido este proyecto online que recopila bajo unas premisas estrictas, retratos en primerísimo plano de personas de cualquier rincón del mundo.
Sólo sus rostros, que bajo la misma luz y con el mismo tiro de cámara parecen rotundamente distintos, peculiares, personales y únicos.
Y nos hemos reconciliado un poco con las colecciones.
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